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Todo lo que Demián Bichir se desbarata en admiración por otros actores, por el talento y generosidad en el set de quienes llama “los grandes nombres”… sucede en viceversa.

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DEMIÁN

BICHIR

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[eltdf_dropcaps type=”normal” color=”” background_color=””]D[/eltdf_dropcaps]e los hermanos Bichir Nájera, el de en medio es Demián. Pambolero pata de perro que nació el 1 de agosto de 1963 en la Ciudad de México y a los tres años llegó al escenario del Palacio de Bellas Artes; que pronto supo que podía hacer cualquier cosa en la vida. Hijo de Maricruz Nájera y Alejandro Bichir, actriz y director de teatro; hermano de Bruno y Odiseo, con quienes ha compartido responsabilidad en la escena mexicana.

Sobre escenarios estuvo en obras como Ah Soledad! De Eugene O’Neill, Equus de Peter Shaffer, Destino Broadway y La extraña pareja de Neil Simon, así como La sonata de los espectros de Strindberg. En 2008 debutó en el teatro estadounidense con By the Waters of Babylon, en el Geffen Play House de Los Ángeles. Desde un nido de cultivo artístico, sonaría lógico el éxito con que se ha desenvuelto el actor Demián Bichir, de personaje en personaje; pero el ingenio, creatividad, compromiso actoral y preocupación por la vida expandida y común de su país, consolidan su papel como cronista de su tiempo en el mundo del cine.  Con una infancia transcurrida entre el teatro y el Canal Once, por Azcapotzalco, Tlatelolco y el Estado de México, Bichir
trabajó y aprendió del oficio entre grandes, haciendo malabares entre su rendimiento escolar y su arte. A los trece años ya era miembro de la Compañía Nacional de Teatro de México y a los quince años hacía teatro en atril en el Canal Once, junto a actores como Joaquín Cordero. En el teatro actuó en varias obras bajo la dirección de maestros de renombre internacional, como José Tamayo, Clifford Williams y José Quintero. Con su hermano Bruno protagonizó Rojo amanecer (1989) el relato sobre la masacre de 1968 en Tlatelolco, que le dio un sólido empujón a su carrera.
A los veintidós años cambió la actuación por preparar guacamole en un restaurante de Nueva York y en 1994 se movió a Los Ángeles por cuatro años. Como muchos, llegó con visa de turista, con buena suerte, poco a poco obtuvo los documentos necesarios para trabajar de forma regular. Su primer papel en televisión estadounidense fue con la película En el tiempo de las mariposas (2001) junto a Salma Hayek. Epigmenio Ibarra encontró en Demián al comandante Alfonso Carbajal de su telenovela Nada personal, que más tarde volvió a aparecer en Demasiado corazón. En 1992 peleó por su primer protagónico en cine, Mauricio, en Hasta morir de Fernando Sariñana, que le valió un Ariel y la amistad con el director. Con una actuación por la que fue nominado al Ariel, Sexo, pudor y lágrimas batió un récord de taquillas en 1999, como la película número uno en la historia del cine mexicano.

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Diversificando, realizó el doblaje latinoamericano del personaje de Aladino en Aladino (1992), El retorno de Jafar (1994) y Aladino y el rey de los ladrones (1996); años después hizo la voz de Tulio en El camino hacia El Dorado (2000). Previamente ya había doblado la voz del Príncipe Eric y el Chef Louis en La Sirenita (1989) y la de Apollo Blue en Los Supersónicos: la película (1990). En los últimos años, su rostro es reconocido por importantes producciones de cine y televisión entre México y Hollywood. Con su cuchara en los procesos de creación de sus personajes, Bichir ha desarrollado desde un héroe de barrio en Fuera del cielo o un Hidalgo, hasta un comandante Fidel Castro en Che (2008), que estrechó la mano de Maradona en Cannes. Otro revolucionario en su historial es Emiliano Zapata en Zapata: amor en rebeldía (2004). Recientementemente protagonizó la nueva serie original de FX, The Bridge y dirigirá Refugio, con un guión también de su autoría. Con su versatilidad bajo el brazo ha cruzado varias fronteras, se ha vestido en el traje de Esteban Reyes, el político tijuanense de la serie Weeds; y trepado a lo alto una palmera como Carlos Galindo, el jardinero de A Better Life (2011) que recorre un Los Ángeles de incertidumbre en su camioneta destartalada, actuación por la que fue nominado al Óscar en 2012. Fuera de personaje, Demián Bichir es un paisano en Los Ángeles y un apasionado seguidor de las Chivas de Guadalajara, con un restaurante en la Condesa, en la Ciudad de México. En 1998, Carlos Fuentes insistió en tener la participación de Bichir en la adaptación dramatizada de La Región más transparente, por su cuadragésimo aniversario, bajo la dirección de José Ramón Enríquez. Casi dos décadas más tarde, después de dirigirlo en Machete Kills (2013), Robert Rodríguez lo recomendó para encarnar a Bob, el mexicano de The Hateful Eight (2016), la más reciente película de Quentin Tarantino.
Existe una intención detrás de cada obra y película que Demián Bichir hace, con una habilidad con la que aprendió a jugar y a transformar el juego en trabajo. Es un actor con talento para mirar, que inventa posibilidades; que elige sus chambas por el desafío que representan pero también por un preparado de principios, conciencia política y cariño. Su creatividad se da vuelo en la complejidad de personajes que no siempre son recibidos con empatía, que encarnan imaginarios retorcidos, violencias y antagonismos de fuera de la pantalla.

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